Nevado de Toluca Vol.2


Creo que la felicidad está en ese cachito de tiempo que uno logra para gastarlo en aquellas cosas que a uno le gustan. En ese momento eres libre, por lo tanto, eres feliz. Pepe Mujica

Hemos puesto pausa a la alta montaña por la temporada de lluvia pero estamos de vuelta.Hay amenaza de lluvia pues toda la semana han caído tormentas en la Ciudad de México y el centro del país. Parece que el domingo no será la excepción, el pronóstico del clima indica lluvia con tormenta eléctrica a las 13:00. Aún así, decidimos que tomaremos el riesgo. En el peor de los casos nos tocará bajarnos antes de tiempo. Como la vez anterior, que pudimos llegar hasta el «Collado» y no nos fue posible llegar a la cima.

Nos despertamos muy temprano, a las 4 AM para tener todo listo y llegar al punto de reunión en el Ángel de la independencia a las 6 am. En esta ocasión somos un grupo grande y nos acomodamos en 2 camionetas rumbo al Nevado de Toluca.

Llegamos poco antes de las 9 al Parque de los Venados. Después de acomodar nuestro equipo y hacer un conteo de todos los del grupo presentaron al staff de Senderismo México, ya conocidos por nosotros. Javier, Cristina, Omar, Dany, Marand, Rubén, Marta y Marrufo serían los encargados de ver que toda la jornada se lleve a cabo sin contratiempos.

Nos dividimos en 4 grupos y Vero, Uli y yo decidimos ir en el primero. Yo pensaba que si no aguantaba el ritmo de Rubén en la subida podría descansar e integrarme al segundo grupo. Hay un tiempo límite para llegar a la cima o regresar, y es a las 12:00. Si a esa hora el clima se sigue viendo amenazante, habrá que descender. En verdad no queremos estar en una tormenta a esa altura.

Iniciamos una caminata prácticamente contra reloj, por una terracería que serpentea entre el bosque y después de unos minutos que son aprovechados para ir calentando las piernas, giramos a la izquierda para internarnos directamente en el bosque.

A partir de aquí, todo es cuesta arriba, unas partes con más inclinación que otras, unos senderos más lodosos que otros y poco a poco vamos ganando distancia. Recuerdo que entrando al bosque hablé con el volcán para decirle que hoy mi objetivo no era llegar a la cima, sino llegar lo más lejos que pudiera y lo único que pedía es que nos diera oportunidad de admirar el paisaje desde lo más alto posible.

Solo descansamos una vez en el bosque en el cual resalta un color verde intenso que contrasta con un cielo blanco que nos da a entender que aún puede caer la lluvia en cualquier momento. De camino, varios brotes de hongos dan testimonio de la humedad que ha prevalecido las últimas semanas. De pronto aparece junto al sendero el hongo más grande que haya visto. Pero no hay tiempo para fotos. Tal vez de regreso.

Salimos del bosque rumbo a la Cañada del Oso y a la izquierda se revela imponente el coloso también conocido como Xinantécatl. Tomamos un respiro para hidratarnos y comer un snack ligero. Poco después, comenzamos a subir el arenal, el cual afortunadamente está un poco más compacto que hace unos meses. Supongo que por la humedad hay un poco más de vegetación que ayuda a que el sueño forme una especie de escalones naturales.

Así, llegamos a la arista y el clima cambia de pronto. Todo se pone color blanco alrededor y ya no es posible ver nuestra ruta desde una distancia considerable. Después de reagruparnos comenzamos el camino sobre la arista, aquí ya no hay vegetación, solo roca y arena. Hacia los dos lados hay una inclinación bastante fuerte y hay que estar bien concentrados para no salirse del camino más seguro.

Vamos bordeando las formaciones rocosas, como una muy particular a la que llaman «el dedo». Y de pronto sale el Sol. Se siente un calorcito que da nuevas fuerzas para seguir. Lo interpreto como una señal para seguir adelante y así lo hago. El grupo poco a poco se separa por el ritmo fuerte que lleva Rubén y cada que reagrupamos nos motiva para seguir adelante. Ha decidido que podremos intentar llegar a la cima pero hay que apurarse. Mi mente me empieza a decir que tal vez no lo logre. Que ya estoy en mi límite y que es mejor descansar, pero es solo mi cuerpo tomando el control y quejándose, así que nuevamente pongo mi mente en blanco y sigo caminando.

Por fin llegamos al último tramo para llegar al borde del cráter. Lo más alto que hemos llegado alguna vez. Pero cómo cuesta subir ese último tramo. No soy el último de mi grupo pero estamos muy separados, los primeros ya están descansando en el Collado y en el senderismo tenemos un dicho que reza así: «el que alcanza no descansa». Rubén me está esperando en el borde y me alienta a aumentar el ritmo, dice que solo me está esperando para comenzar el ascenso a cumbre. Los que vienen detrás de mi esperarán al otro grupo. Alcanzo a mis compañeros y solo me da tiempo de dar algunos tragos a mi botella de agua e iniciamos el último ascenso.

La vez pasada nos lamentamos por no haber podido llegar hasta el punto más alto, pero ahora que lo vemos de cerca habría sido demasiado difícil y arriesgado en aquellas condiciones con granizo y viento de lado. En esas condiciones puedes tardar unas dos horas en subir y bajar ese último tramo.

Así, con un viento leve que sopla por la izquierda y un Sol que se asoma entre las nubes vamos pisando con sumo cuidado cada roca acomodada una sobre otra. Son enormes lajas de piedra que forman una especie de dorsal y a cada lado hay precipicios bastante altos. La cima es en realidad un espacio muy pequeño. Hay que esperar a que un grupo baje para que otro suba en los últimos veinte metros. Por fin es nuestro turno, y logramos sentarnos en el techo del Estado de Mexico a 4,680m, la cuarta montaña más alta de México.

Después de tomarnos la foto obligada retrocedemos un poco a dónde hay una pequeña saliente y hay más espacio para esperar al resto del equipo. Aprovechamos para comer e hidratarnos y así comenzamos el tortuoso descenso, agradeciendo en todo momento pero sufriendo la tremenda inclinación. Hubo algunos resbalones y caídas pero nada grave afortunadamente.

Ahora sí, tomamos la parte del arenal por el lado donde el suelo está bastante suelto y hasta resulta divertido irse deslizando a cada paso. Las rodillas lo agradecen. Caminamos por la Cañada del Oso hasta internarnos nuevamente en el bosque, ahora la meta es ganarle a la lluvia, la cuál ahora sí parece una amenaza real. Comenzamos el descenso por el bosque hasta que tomamos un descanso para comer algo, tomar agua e ir al baño. Recuperando fuerzas, se decide que iremos de un jalón hasta el parque.

Por fin llegamos al parque donde están los vehículos y nos agrupamos en una cabañita. La temperatura cae súbitamente y todo se llena de neblina. En todo el recorrido es la primera vez que tengo que usar las dos chamarras, el gorro y los guantes.Pasamos a comer unos tacos deliciosos en lo que esperamos a nuestros compañeros y poco después salimos rumbo a la CDMX. Adoloridos pero satisfechos por lo que se logró el día de hoy.

Acerca de Adrián Mendoza

Amante de la música, lector empedernido de novelas épicas, policiacas y de ciencia ficción; fotógrafo amateur, paracaidista en salto tándem, miembro activo de la Steeler Nation, entusiasta de aprender idiomas, cinéfilo por ocio, ciclista urbano y trepa-cerros.

Publicado el 18 septiembre, 2023 en Delirios, Trepando cerros y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

¿Y usted, qué opina?

lasletrasoqué

nos queda el silencio, los pasos, las preguntas, los ojos, las mentiras, las letras.

Formación Digital en Idiomas

Recursos para comunicarse con el mundo

Discover WordPress

A daily selection of the best content published on WordPress, collected for you by humans who love to read.

Romina Colli.

Todos queremos ser escritores.

The Daily Post

The Art and Craft of Blogging

Cápsulas de lengua

Historias de palabras y expresiones castellanas

Utopías con hielo

Anecdotario de mi inútil, pero divertida vida