Haciendo las paces con el Nevado de Toluca


Para la salida de este fin de semana tuve mis dudas, sobre todo porque coincidió con mi cumpleaños, aunque mi hermano me convenció de que una buena forma de festejar un año más en este mundo podría ser conectando con la montaña. Originalmente el plan era subir al Refugio Otis McAllister en el Iztaccíhuatl, sin embargo, por los enojos de don Goyo eso no fue posible.

El plan se cambió para ir al Nevado de Toluca, así que nos alistamos a las 4:30 am para vernos con el grupo a las 6:00 am en «El Ángel». Partimos en dos camionetas y el camino se me hizo realmente corto, aunque fueron cerca de 3 horas. Por fin llegamos al Parque de los Venados, recuerdo que la vez anterior que fui con mi familia subimos por una terracería hasta que estuvimos muy cerca del acceso al cráter, pero esta vez no fue así, pasando «La Pluma» empieza la caminata.

Siendo franco, no estoy seguro de la distancia que recorrimos porque decidí apagar mi teléfono y evitar distracciones. Hablé con la montaña por unos minutos y le pedí que me dejara subir para hacer las paces, que no le faltaría al respeto como la vez pasada.

El camino empieza por una parte de terracería, hasta que llega una curva y nos adentramos en el bosque. No hacía tanto frío, sin embargo el pronóstico del clima informaba que habría lluvia por la tarde y ya había neblina desde temprano. Continuamos ascendiendo por un sendero en el bosque donde puedes ver todos los tonos de verde y particularmente muchas flores color lila, muy parecidas a la lavanda.

De pronto se termina el bosque y del lado izquierdo se alza imponente el volcán, cubierto por nubes. Del lado derecho hay una formación rocosa que a esta distancia también se ve impresionante. Se siente la energía guardada durante milenios.

Llevamos un paso medio, pero la respiración se va volviendo un poco agitada, y no es para menos, vamos caminando a poco mas de 4000m de altura. Continuamos por el lado derecho de la «Cañada del Oso» y tomamos un breve descanso, muy necesario ya que lo que sigue es una subida por un arenal hasta «la Arista». Siento como que avanzo tres pasos y regreso dos, y con mucho esfuerzo logramos superar este obstáculo.

El ambiente se siente más húmedo y cada vez hay menos visibilidad, la neblina se junta con las nubes y la temperatura desciende. Empezamos a caminar sobre la arista y el terreno se pone cada vez más agreste. Ya no hay plantas, solo arena y piedras, algunas de las cuales toman un tono rojizo o amarillo. Rodeando algunas formaciones rocosas comienza a escucharse un golpeteo constante y en aumento hasta que me doy cuenta que está granizando, sin lluvia, únicamente bolitas de hielo. Decidimos continuar avanzando sin el impermeable aún, esperando a ver como se comporta el clima.

Continuamos subiendo y aumenta el viento y el granizo, saco mi impermeable, mi primer chamarra y ajusto mi gorra para minimizar la cantidad de hielo que me golpea la cara. Mi buff está empapado pero es mejor traerlo puesto. Continuamos por una pendiente constante, que cada vez se va convirtiendo en lodo por el hielo que comienza a derretirse en algunas zonas. Con mucho trabajo, logramos llegar al borde del cráter y todo es color blanco, no importa a donde mire, el viento sopla fuerte y el granizo no cesa. Pienso que constantemente me aparecen anuncios en las redes sociales sobre expediciones a ciertas montañas donde hablan de «caminatas sencillas», que «no necesitan equipo especial» y que «bastan un buen par de tenis» pero lo cierto es que la montaña no es algo que deba tomarse a la ligera. Si aún no conoces las rutas o tienes poca experiencia en el senderismo lo más recomendable es ir con guías experimentados, ya que a esta altitud el clima cambia drásticamente de un minuto a otro y hay que tomar decisiones.

Decisiones que fueron tomadas, y a pesar de estar a unos cientos de metros de la cumbre real del volcán, tuvimos que hacer una pausa para descansar y comenzar a descender. Sobre todo porque se escuchaban algunos truenos lejanos y lo que menos quieres que suceda en una montaña es que te caiga un rayo. Literalmente estamos en las nubes.

Al saber que era el punto más alto al que llegaríamos, volví a ver hacia el cráter y en ese momento se abrió la niebla, dejándonos ver ambas lagunas con su intenso color azul. Y en ese momento llegaron todos los recuerdos y emociones como un torrente y comencé a llorar y a dar gracias a la montaña por permitirme llegar hasta ahí.

Les compartiré mi perspectiva de aquel desafortunado evento que recordé en ese instante.

Hace algunos años, convencí a mi familia de pasar un domingo en el Nevado de Toluca, la mayoría de los sitios en lo que investigué te pintaban el paseo casi como un diá en «la Marquesa». sin embargo, nada más llegar, nos dimos cuenta que no era tan sencillo; hubo a quien le dió el mal de altura, dolor de cabeza, naúseas, vómito. Pero ya estábamos ahí, así que los que no nos sentimos tan mal decidimos caminar hacia el cráter, ya en el borde empecé a subir con mis hermanos por una de las aristas hacia la izquierda. Evidentemente no teníamos equipo adecuado; casco, botas, bastones, etc. Cuando lo veo en restrospectiva, corrimos un riesgo inmenso. Cuando decidimos bajar hacia la Laguna del Sol, nos caímos varias veces debido a las rocas y arena suelta.

Ya en la orilla de la laguna aprovechamos para tomar fotos, y tonteando con mis hermanos hubo un desafortunado accidente en el que mi hermano más chico se rompió el tobillo. Fue una experiencia aterradora y que me ha causado pesadillas durante muchos años. Sin pensar en el riesgo en el que lo pondría, le pedí a mi otro hermano que regresara a la caseta a pedir ayuda, pues por su condición física es quien podría hacerlo más rápido, además, no había señal de teléfono. Haciendo un esfuerzo sobrehumano logró llegar más o menos en una hora hasta la estación, donde con desesperación pudo darse cuenta de la poca previsión que se tenía para el caso de un accidente, pues no había paramédicos y ni una sola camilla que nos pudiera ayudar a cargar a mi hermano.

Mientras eso pasaba, mi hermano menor tenía un dolor insoportable y yo solo pensaba que tal vez lo mejor sería que se desmayara, en eso, una chica que venía con un grupo bien organizado y con todo su equipo que también incluía botiquín de primeros auxilios se acercó y nos dijo que tendría que acomodar el pie e inmovilizarlo. Tengo esas imágenes grabadas en mi mente, los sonidos. Una vez que inmovilizó el pie le inyectó un fuerte analgésico y continuó su camino. Nunca supe quien era pero estaré eternamente agradecido con ella.

Regresando a la caseta de vigilancia, al no tener ningún recurso que nos pudiera ayudar, solamente le permitieron a mi otro hermano conducir a través de un viejo camino semiabandonado de que rodea el crater hasta la zona de menor altura cerca de la Laguna de la Luna. Llegó corriendo a punto de desfallecer hasta donde nos encontrábamos y fue cuando nos dimos cuenta que el auto estaba a casi unos 2km rodeando la laguna y solo había podido hacer que le acompañara un miembro del cuerpo de seguridad de la zona.

Entonces entre mi primo, mi hermano, el policía y yo, iniciamos la penosa travesía de cargar a mi hermano menor sobre arena y piedras. Lo más difícil es que por la altura, cada paso se sienten como si dieras 4, además ninguno de nosotros estábamos acostumbrados a estar en esas condiciones. Afortunadamente a medio camino se nos unieron otros dos vigilantes que hacían un último rondín y por lo menos pudimos turnarnos hasta que por fin llegamos al auto.

Esta vez me tocó conducir a mí con todos en el auto, por el mismo camino que lo hizo mi otro hermano horas antes. En realidad era un camino de piedras volcánicas en el que apenas cabía un auto a lo ancho. Del lado izquierdo una enorme pared, del lado derecho un voladero interminable. Finalmente llegamos con mi familia y por fin me derrumbé.

Todos esos recuerdos llegaron de pronto a mi mente y nos pude ver desde ahí, a lo lejos, caminando penosamente por la orilla de la Laguna del Sol cargando a mi hermano. Lo más curioso es que en un principio tenía la intención de conquistar la montaña pero conforme subía iba platicando con ella, y me respondía, así que decidí que lo mejor era hacer las paces. Es tanta la energía que se siente en ese lugar, y la paz que transmite. Solamente pasaron unos minutos y el cielo se volvio a cerrar con un blanco impenetrable.

Iniciamos el difícil descenso, entre arena, rocas y minicascadas de lodo, siempre con un viento que nos golpeaba por la derecha. Aquí no se puede perder la concentración, pues hay momentos en que dejas de ver a la persona que va enfrente de ti a causa de la neblina, además un paso en falso puede significar una caída bastante larga. La cuestión mental es muy importante, a veces tu cuerpo te grita que hasta ahí llegaste, pero tu sabes que aún tienes más energía. Tu mente te dice que estarías más a gusto viendo una peli cobijadito en tu cama, con un cafecito; pero entonces te habrías perdido de esta experiencia. Las piernas duelen claro, pero puedes elegir ignorar el dolor.

Un breve descanso para reagruparnos justo antes del arenal. Ajuste de capas, aquí no es necesario el impermeable. Cambio de guantes empapados. Despedirse del volcán. Agradecer los «lucky charms» que me han regalado y que me acompañan en cada salida. Emprendemos el divertido descenso del arenal, y caminamos por la cañada hasta el bosque. Ahora el bosque también tiene mucha neblina y solo se unos cuantos metros hacia cualquier dirección, lo bueno es que el sendero está bien marcado y los guías conocen el camino a la perfección.

Al fin llegamos al camino de terracería, que nos indica que en una media hora estaremos almorzando comida calientita. Y así es, un café y 2 tacos de cecina después estamos listos para regresar a la CDMX. Con el alma más ligera.

Acerca de Adrián Mendoza

Amante de la música, lector empedernido de novelas épicas, policiacas y de ciencia ficción; fotógrafo amateur, paracaidista en salto tándem, miembro activo de la Steeler Nation, entusiasta de aprender idiomas, cinéfilo por ocio, ciclista urbano y trepa-cerros.

Publicado el 2 junio, 2023 en Delirios, Deportes, Naturaleza, Trepando cerros y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

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