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El Refugio 19 del Grupo de los Cien

La cumbre no es el objetivo final, es solo el punto medio del camino.
Reinhold Messner

Todo comienza un día antes de la visita a la Iztaccíhuatl, vamos a comprar algunos aditamentos que nos harán falta. Ya saben esos dichos sobre la ropa, herramientas y accesorios para la montaña. Si es bueno y ligero, no es barato; si es bueno y barato, no es ligero; pero si es barato y ligero, tal vez no sea tan bueno. Hay que encontrar un balance entre estos aspectos, porque no queremos que nuestro equipo falle en una situación de alto riesgo.

Ya con casco y mochila nuevos para la acción, empacamos todo lo necesario e intentamos dormirnos temprano, aunque casi nunca funciona. A pesar de nuestros esfuerzos por descansar antes de la gran aventura, la emoción y la anticipación suelen mantenernos despiertos hasta altas horas de la noche. Es la primera vez que hago esta ruta en la Iztaccíhuatl me imagino los paisajes que se podrán observar. Hace unos meses pude conocer el Refugio Otis McAllister, pero el camino es muy distinto.

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Refugios en el Iztaccíhuatl

Vas caminando cuesta abajo, en un complicadísimo descenso desde «la rodilla». El ascenso a cumbre tomó un poco más del tiempo previsto y estás agotado pero feliz por haber cumplido tu objetivo, la cima del Iztaccíhuatl. Aunque el cuerpo duele, sigues avanzando poco a poco. Te detienes unos minutos para recuperar tu aliento y te das cuenta que se han formado unas nubes amenazantes que poco a poco van ocultando en Sol. Unos minutos después escuchas algunos amenazantes truenos y comienza una tormenta. Hay viento, lluvia y granizo que pareciera que «cae» horizontalmente. Es imposible ver el camino mas allá de unos pocos metros. Estás empapado pero no puedes detenerte ahí. Sigues caminando tratando de seguir el sendero, tus dedos duelen por el frío y cada vez es más difícil mantenerse en pie. De pronto llegar a «la Joya» parece imposible. Poco a poco el camino se vuelve un poco más plano y alcanzas a ver una silueta familiar, pasaste junto a ella en la madrugada. Ahí está erguido un armatoste metálico que tal vez hoy te salve la vida. Es el Refugio del Grupo de los Cien, uno de los 3 que se mantienen en pie hasta ahora. Entras, y aunque no es particularmente cálido te sacas parte de la ropa mojada para ponerte una chamarra seca. Pronto se abre nuevamente la puerta y van llegando más personas a refugiarse de la tormenta. Mañana podrán contar la experiencia a sus amigos y familiares.

En 1950 se fundó el Grupo de los Cien A.C. con el objetivo de construir refugios de alta montaña en el Iztaccíhuatl, Popocatépetl y Citlaltépetl. Ya no esisten los refugios del Popocatépetl pues desde que reinició su actividad en 1994 ha permanecido cerrado. En el Citlaltépetl se usan 3 de los 4 originales y de los 13 que se construyeron entre 1950 y 1996 en la zona del Iztaccíhuatl, hoy solo quedan 3 en pie. El Téyotl (1950), el Otis McAllister (1961) y el más reciente el del Grupo de los Cien (1996).

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Refugio Otis McAllister-Iztaccíhuatl

Cuando llegue el sufrimiento, míralo a la cara y enfréntate a él
Friedrich Nietzsche

En esta ocasión, tuvimos la fortuna de subir por primera vez al Iztaccíhuatl, pero vamos contando todo desde el principio.

Llegamos como a las 8:30 a Paso de Cortés y la verdad es que había muy poca afluencia de personas. El Popocatépetl amanecía muy tranquilo y hacía un día magnífico y despejado. Despues de brincotear por la terracería una media hora, por fin llegamos a La Joya. En este sitio, normalmente acampan las personas que van a hacer cumbre al Iztaccíhuatl, y justo aquí inicia nuestro recorrido.

Iniciamos a 3,900 msnm aproximadamente, lo cual ya es bastante alto, pero la primera parte del camino es plana e incluso de bajada. A través de un pequeño sendero entre zacatales, vamos viendo como cambia de forma la montaña mientras nos vamos acercando, pequeños detalles que se ven a lo lejos, son imponentes formaciones rocosas de cerca. Y así vamos bordeando el relieve hasta que llegamos a un valle en el que se encuentra una roca con forma de la boca de un tiburón, con mucha imaginación, pero lo realmente importante es que es la primera sombra que tenemos en poco más de una hora de camino. A esta altura casi no crecen arboles, y no hay ninguna nube cerca.

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