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Refugio Téyotl

«Quien ha escuchado alguna vez la voz de las montañas, nunca la podra olvidar» – Proberbio Tibetano

El más duro de los refugios del Iztaccíhuatl contemplando el paso del tiempo desde las alturas.

La aventura empieza desde el sábado, nos quedamos de ver a las 2pm en el punto de reunión habitual. Nos vamos encontrando y nos saludamos con mucho gusto de compartir esta nueva aventura. Cargar las mochilas en la camioneta es solo el primer paso de un viaje que promete desafíos y momentos inolvidables.

El camino presenta algunos retos. El tráfico aumenta considerablemente debido a dos factores: el inicio de las vacaciones de Semana Santa y las obras en la carretera. A pesar de algunos contratiempos mecánicos y las paradas técnicas, la determinación y el buen humor del grupo no se debilitan.

Por fin llegamos al Parque Dos Aguas, ubicado en las orillas del pueblo de San Rafael. Un oasis de naturaleza nos da la bienvenida con sus verdes paisajes y la promesa de aventuras inolvidables. Dejamos la camioneta con todas nuestras pertenencias y nos dirigimos a buscar algo rico para comer. No podemos resistirnos a la tentación de los tacos de cecina y las quesadillas, acompañadas de un café de olla. Ha caído la noche y caminamos por unos minutos hacia el pueblo hasta una pequeña tienda para comprar los últimos suministros antes de la caminata.

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Refugios en el Iztaccíhuatl

Vas caminando cuesta abajo, en un complicadísimo descenso desde «la rodilla». El ascenso a cumbre tomó un poco más del tiempo previsto y estás agotado pero feliz por haber cumplido tu objetivo, la cima del Iztaccíhuatl. Aunque el cuerpo duele, sigues avanzando poco a poco. Te detienes unos minutos para recuperar tu aliento y te das cuenta que se han formado unas nubes amenazantes que poco a poco van ocultando en Sol. Unos minutos después escuchas algunos amenazantes truenos y comienza una tormenta. Hay viento, lluvia y granizo que pareciera que «cae» horizontalmente. Es imposible ver el camino mas allá de unos pocos metros. Estás empapado pero no puedes detenerte ahí. Sigues caminando tratando de seguir el sendero, tus dedos duelen por el frío y cada vez es más difícil mantenerse en pie. De pronto llegar a «la Joya» parece imposible. Poco a poco el camino se vuelve un poco más plano y alcanzas a ver una silueta familiar, pasaste junto a ella en la madrugada. Ahí está erguido un armatoste metálico que tal vez hoy te salve la vida. Es el Refugio del Grupo de los Cien, uno de los 3 que se mantienen en pie hasta ahora. Entras, y aunque no es particularmente cálido te sacas parte de la ropa mojada para ponerte una chamarra seca. Pronto se abre nuevamente la puerta y van llegando más personas a refugiarse de la tormenta. Mañana podrán contar la experiencia a sus amigos y familiares.

En 1950 se fundó el Grupo de los Cien A.C. con el objetivo de construir refugios de alta montaña en el Iztaccíhuatl, Popocatépetl y Citlaltépetl. Ya no esisten los refugios del Popocatépetl pues desde que reinició su actividad en 1994 ha permanecido cerrado. En el Citlaltépetl se usan 3 de los 4 originales y de los 13 que se construyeron entre 1950 y 1996 en la zona del Iztaccíhuatl, hoy solo quedan 3 en pie. El Téyotl (1950), el Otis McAllister (1961) y el más reciente el del Grupo de los Cien (1996).

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